Lunes, 6 de octubre
EN LA HISTORIA (Y EN MI
HISTORIA)
NADIE TRABAJA SOLO
PALABRA DE DIOS: Mateo 28, 16-20
«Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
LECTURA
Ese día los dos hermanos monitos estaban especialmente revoltosos volviendo locos a todos con sus gritos y diabluras. Jugaban a esconderse detrás de los árboles, a ver quién chillaba más, a balancearse de las ramas más altas, a dar volteretas en el aire. Jugaron felices hasta la hora de comer y, después, rendidos de sueño, se quedaron dormidos tumbados a los pies de un árbol.
Cuando empezó el incendio; piaron los pájaros, rugieron los leones, chillaron las hienas, aullaron los coyotes, barritaron los elefantes, silbaron las serpientes, croaron las ranas, zumbaron los abejorros y, los pequeños monitos no se despertaron.
Al caer la tarde, el fuego creció y se alimentó rápidamente con el viento que soplaba ese día con fuerza.
Los animales cruzaron sus miradas pidiendo auxilio sin saber por dónde escapar y, corrieron gritando despavoridos buscando una salida entre las llamas.
Los monitos empezaron a toser, tenían los ojos enrojecidos y no sabían qué había sucedido. No quedaba nada del apacible paisaje que habían dejado cuando se durmieron. Se miraron uno a otro aterrorizados sin saber qué hacer. Sus padres no estaban cerca. Sentían que les faltaba el aire, hacía mucho calor y, no veían por donde salir debido a la intensa humareda que había en el ambiente. Los hermanos se abrazaron y se acurrucaron llorando de espaldas al paisaje terrorífico.
Los elefantes con sus trompas echaron
agua para hacer accesible la senda que conducía al lago. Los hipopótamos fueron
retirando los humeantes troncos caídos sufriendo graves quemaduras. Las aves
rescataron a los más pequeños a costa de perder sus alas. Muchos animales
hicieron lo posible por ayudar a los más débiles y salir vivos de esa tragedia.
Un cocodrilo muy miedoso, escuchó los quejidos de los monitos y, aunque pensó correr temiendo por su vida, se dirigió hacia ellos y, al verlos tan indefensos subió a los dos hermanitos a su lomo y corrió hacia el lago. En el camino, halló a un pequeño cervatillo medio asfixiado y, aunque pensó en el tiempo que perdería, agachó su enorme cabeza para que el animal subiera también a su espalda para salvarlo. Corrió de nuevo buscando el agua y, encontró un pájaro con las alas quemadas y, de nuevo, abrió sus grandes mandíbulas y transportó al animal a la vez que saltaban dentro de su boca un pequeño ratón y una culebra. Las llamas, el humo y las cenizas impedían ver con claridad la senda que llevaba al lago pero, al fin, logró entrar en el agua justo cuando el fuego abrasaba su cola.
De repente empezó a tronar y los rayos zigzaguearon iluminando la tierra. Los animales miraron al cielo suplicando la lluvia. Y llovió durante horas hasta que no quedó ni una brasa encendida. Después, los animales lloraron entristecidos y guardaron silencio ante un paisaje tan desolador.
A la mañana siguiente salió el sol y apareció en el cielo un bonito arco iris que atravesó de lado a lado la tierra y, entonces, una pequeña flor creció de la negra tierra ante la mirada de todos los animales. Los monitos agradecidos abrazaron al cocodrilo miedoso que, superando su temor había salvado su vida y la de los otros animales y, como monitos pequeños que eran, saltaron alegres entre los troncos quemados atendiendo a la llamada de sus alarmados y felices padres. La vida les ofrecía una nueva oportunidad.
REFLEXIÓN
En el cuento, que acabamos de escuchar, los animalillos han conseguido salvarse del incendio gracias a que no estaban solos, y al trabajo en equipo, poniendo nuestras habilidades al servicio de los demás.
La historia está llena de ejemplos de que no estamos solos, y cuando el trabajo se realiza conjuntamente con otras personas, todos nos beneficiamos.
Un gran ejemplo, lo tenemos en la historia de Jesús de Nazaret, que contó con un grupo de discípulos y seguidores, con los que trabajó conjuntamente y que lo ayudaron a transmitir su mensaje y a realizar sus obras.
Nosotros, en nuestro día a día,
estamos rodeados de otras personas (familia, amigos, compañeros y compañeras)
que nos ayudan en nuestro camino y nos ayudan a crecer.
IMAGEN
Señor, convivir con los demás requiere cierto tacto;
necesitamos de tu espíritu en
medio de nosotros
para crear un espíritu de equipo
en el que cada uno ponga lo mejor
de sí mismo.
Haznos dóciles, humildes y
sinceros,
para que todo funcione como tú
esperas de nosotros. Amén
En el nombre del Padre,…
Martes, 7 de octubre
EN LA HISTORIA (Y EN MI
HISTORIA) PODEMOS APRENDER JUNTOS,
UNOS DE OTROS
¡Buenos días a todos!
En
un bosque lleno de flores de todos los colores, un grupo de 4 amigos muy
distintos:
- Lilo, un conejito que
corría más rápido que el viento.
- Nuna, una tortuga que sabía
muchos cuentos antiguos.
- Pico, un pajarito curioso
que podía volar muy alto.
- Y Brilla, una luciérnaga
que iluminaba la noche con su luz.
Un día decidieron buscar juntos el "Árbol de los
Secretos", del cual se decía que guardaba el mayor conocimiento del
bosque.
Al comenzar la aventura, Lilo corría demasiado rápido y se
perdía del grupo. Nuna, aunque iba despacio, conocía los caminos y les enseñaba
atajos seguros. Pico subía a lo alto de los árboles y avisaba si había peligro.
Y cuando se hizo de noche y todos temblaban un poco de miedo, Brilla iluminó el
sendero para que pudieran seguir sin tropezar.
Al llegar al gran árbol, descubrieron que no había cofres
ni libros escondidos. Solo había un cartel tallado en su tronco que decía:
"El verdadero
secreto está en aprender juntos, porque cada uno sabe algo que el otro
no."
Los cuatro se miraron y comprendieron que, si no hubieran
compartido lo que cada uno sabía, nunca habrían llegado hasta allí.
REFLEXIÓN
Todos tenemos algo valioso que enseñar y algo nuevo que
aprender. Cuando compartimos lo que sabemos, crecemos juntos y llegamos más
lejos.
PALABRA DE DIOS: 1 Tesalonicenses 5,11
«Animaos y edificaos unos a otros, tal como lo venís haciendo»
VÍDEO: https://youtu.be/gQiaAb6VGt8
Este corto muestra de forma sencilla y clara la importancia de colaborar y actuar en conjunto. Refuerza el valor de apoyarse mutuamente para lograr objetivos comunes, tal como ocurre en la historia del bosque.
IMAGEN
ORACIÓN FINAL
Jesús, gracias por mis amigos.
Cada uno sabe cosas diferentes
y juntos aprendemos más.
Ayúdame a escuchar, compartir y ayudar,
para crecer siempre con amor
y estar cerquita de Ti.
Amén.
AVE MARÍA. MARÍA AUXILIADORA, RUEGA POR NOSOTROS
.
Miércoles, 8 de octubre
EN LA HISTORIA (Y EN MI
HISTORIA)
TENEMOS QUE PONERNOS
METAS
LECTURA y REFLEXIÓN
Había una vez una tortuguita llamada Tomás que vivía en el Bosque Escuela, donde todos los animales iban a clases para aprender cosas nuevas.
El primer día de clase, la maestra Lechuza les dijo:
—Este año aprenderemos muchas cosas, pero lo más importante es que cada uno se ponga una meta. ¿Qué os gustaría lograr?
Tomás se quedó pensando. No era el más rápido ni el más listo, pero sí era muy constante.
Su amigo el conejo Hugo dijo:
—¡Yo quiero ser el primero en terminar las tareas!
La ardilla Lila dijo:
—¡Yo quiero leer veinte libros!
Tomás levantó su patita despacito y dijo:
—Yo... yo quiero aprender a escribir bien
mi nombre sin ayuda.
Todos lo miraron y sonrieron. Era una buena meta.
Cada día, Tomás practicaba. A veces se equivocaba, pero no se rendía. La maestra Lechuza le decía:
—Lo importante no es correr, Tomás. Lo importante es avanzar poquito a poquito.
Pasaron las semanas, y un día, Tomás escribió su nombre completo con letras claras y firmes: T-O-M-Á-S.
Sus amigos lo aplaudieron. Incluso Hugo, el conejo veloz, dijo:
—¡Tu meta era difícil, pero la lograste!
Tomás sonrió. Había aprendido que ponerse una meta y esforzarse cada día era como avanzar paso a paso... ¡como una tortuga!
PALABRA DE DIOS: Colosenses 3, 23
«Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres».
IMAGEN
🌟 Mis pasos hacia la meta:
✅ Pienso qué quiero lograr.
(Ejemplo: aprender a leer mejor, escribir mi nombre, ser más ordenado…)
💪 Me esfuerzo cada día.
¡Aunque parezca difícil, sigo intentándolo!
🐢 Voy con paciencia.
Como Tomás la tortuga… ¡pasito a pasito!
🔁 No me rindo.
Si me equivoco, lo vuelvo a intentar.
🏁 Celebro cuando alcanzo
mi meta.
¡Porque cada logro comienza con un pequeño paso!
VÍDEO: Color Esperanza (Anime)
ORACIÓN FINAL
Ave María
MARÍA AUXILIADORA,
RUEGA POR NOSOTROS
Jueves, 9 de octubre
EN LA HISTORIA (Y EN MI
HISTORIA)
HAY QUE ESFORZARSE PARA
CONSEGUIR LOS OBJETIVOS
LECTURA y REFLEXIÓN: La carrera de Leo
Leo era un niño al que le encantaba correr. Soñaba con participar en la carrera del pueblo, pero cuando se lo contaba a sus amigos, algunos se reían:
—¡Es muy difícil, nunca llegarás a la meta!
Leo dudaba, pero en casa su abuela siempre le decía:
—Si tienes un sueño, pon una meta y camina hacia ella poco a poco. La constancia es como dar un pasito cada día.
Así que el niño empezó a entrenar. Cada mañana corría un poquito más, aunque a veces le cansaban las piernas o tenía ganas de quedarse en la cama. Su amiga Lucía lo acompañaba en bicicleta y le animaba:
—¡Vamos, Leo, tú puedes!
Un día, tropezó y se cayó. Se levantó con lágrimas en los ojos, pero Lucía le ofreció la mano:
—No pasa nada, los tropiezos también forman parte del camino.
Finalmente llegó el día de la carrera. Leo no fue el primero en cruzar la meta, pero llegó con una gran sonrisa, porque había cumplido su meta: no rendirse y terminar. La abuela le abrazó y le susurró al oído:
—¿Ves? Con constancia y con personas buenas a tu lado, los sueños se hacen posibles.
PALABRA DE DIOS: Hebreos 12, 1-2
«Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús».
IMAGEN
Ave María
MARÍA AUXILIADORA,
RUEGA POR NOSOTROS
En el nombre del Padre,…
Viernes, 10 de octubre
EN LA HISTORIA (Y EN MI
HISTORIA)
TENEMOS BUENOS EJEMPLOS
LECTURA y REFLEXIÓN: La
linterna de Leo
Leo era un niño curioso al que le encantaba explorar.
Siempre quería descubrir nuevos caminos en el bosque que estaba detrás de su
casa.
Un día, decidió adentrarse solo, sin decir nada a
nadie. Caminó y caminó, pero pronto se dio cuenta de que no recordaba cómo
volver. El sol empezaba a esconderse y Leo comenzó a preocuparse.
De repente, vio una lucecita que se movía entre los
árboles. Era su abuelo Tomás, que había salido con su linterna a buscarlo.
—¡Leo!
—llamó el abuelo—. Nunca está de más
escuchar a los que te quieren. Yo también me perdí cuando era niño y aprendí a
esperar compañía para caminar.
Leo corrió hacia él y lo abrazó fuerte. Comprendió que
los consejos de sus padres y abuelos no eran para impedirle divertirse, sino
para cuidarlo y mostrarle el mejor camino.
Desde aquel día, cada vez que tenía una idea nueva,
Leo primero preguntaba a sus papás o a su abuelo. Descubrió que escuchar no lo
limitaba, ¡sino que lo hacía más valiente y seguro en sus aventuras!
En la vida, no estamos solos. Siempre hay personas que
nos muestran el buen camino.
Puede ser un maestro que nos enseña con paciencia, un
amigo que no se rinde, un hermano que comparte, o alguien que siempre ayuda a
los demás.
Estas personas son buenos ejemplos. Nos inspiran a ser mejores, a esforzarnos y a
hacer lo correcto.
Cuando vemos cómo ellos actúan con amor, valentía y
respeto, aprendemos que nosotros
también podemos hacerlo.
Tener modelos a seguir nos
ayuda a crecer, a aprender y a construir un mundo mejor.
PALABRA DE
DIOS: Filipenses 3, 17
«Hermanos, seguid
todos mi ejemplo, y fijaos en los que se comportan conforme al modelo que
tenemos en nosotros».
IMAGEN
VÍDEO: El arrebato - La gente luminosa
ORACIÓN FINAL
Padre nuestro
MARÍA AUXILIADORA, RUEGA POR NOSOTROS
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